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Miguel Ángel Ballesteros

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01 Enero: El Primer Paso Real

01 Enero: El Primer Paso Real

“El hombre que mueve una montaña comienza cargando pequeñas piedras.”Confucio, Analectas

Fuente/Tradición: Estrategia Militar / Liderazgo

(Nota: Aunque la cita es de Confucio, la historia de hoy requiere una acción más drástica).

La Historia: No hay vuelta atrás

Año 1519. Veracruz, costa de México. El aire era denso, cargado de humedad y de presagios.

Hernán Cortés acababa de desembarcar con una fuerza ridículamente pequeña para la magnitud de su ambición: unos 500 hombres, 16 caballos, 11 cañones y una jauría de perros de guerra. Frente a él se extendía un continente desconocido, un imperio vasto gobernado por Moctezuma II, lleno de peligros mortales, selvas impenetrables y riquezas que desafiaban la imaginación. Detrás de él, el océano Atlántico y una posible condena por motín si regresaba a Cuba con las manos vacías, pues había desobedecido las órdenes directas del gobernador Velázquez.

La situación en el campamento español era crítica. La moral de la tropa estaba fracturada. Muchos soldados, aterrorizados por las historias de sacrificios humanos y abrumados por la superioridad numérica de los nativos, conspiraban en susurros. Miraban con anhelo hacia los barcos anclados en la bahía. Esos barcos representaban la seguridad, el regreso a casa, la vida conocida. Mientras esos cascos de madera estuvieran allí, flotando sobre el agua, la tentación de rendirse ante la primera dificultad sería irresistible.

Cortés, un estratega nato que entendía la psicología humana mejor que la guerra, sabía que la duda era un veneno más letal que cualquier flecha envenenada. Si sus hombres tenían una vía de escape, lucharían con reservas. Lucharían para sobrevivir, no para ganar. En el momento en que la batalla se tornara desesperada —y sabía que lo haría—, su instinto buscaría la retirada hacia la costa.

Así que tomó una decisión que desafiaba toda lógica militar convencional y que pasaría a la historia como uno de los actos de liderazgo más audaces jamás realizados.

Dio la orden de barrenar los barcos.

No los quemó en una pira espectacular como dice la leyenda popular romántica. Hizo algo más frío y calculado. Ordenó a sus carpinteros y pilotos que perforaran los cascos, que inutilizaran las naves sistemáticamente, alegando que estaban carcomidas por la broma (un molusco que devora la madera). Uno a uno, los galeones se hundieron frente a la costa de Veracruz, dejando solo los mástiles asomando como lápidas en el agua.

Imagina el silencio sepulcral en la playa mientras los 500 hombres veían cómo su único billete de vuelta desaparecía bajo las olas del Caribe. El pánico inicial, la incredulidad, la rabia contenida. Y luego, poco a poco, la fría y dura comprensión de la nueva realidad.

Ya no había opción B. Ya no había “si las cosas se ponen feas, nos vamos”. Ya no había Cuba. La única forma de volver a casa, la única forma de sobrevivir, era atravesando el imperio azteca, conquistándolo y saliendo por el otro lado.

Cortés no les dio un discurso motivacional lleno de palabras vacías; les dio una necesidad existencial. Transformó el deseo (“ojalá ganemos”) en una obligación absoluta (“ganar o morir”). Al eliminar físicamente la posibilidad de retirada, alineó cada fibra del ser de sus soldados, cada gramo de su ingenio y su fuerza, hacia un único objetivo: avanzar. La desesperación se convirtió en ferocidad. El miedo se convirtió en foco.

Dos años después, contra todo pronóstico, el Imperio Azteca había caído.

La Lección:

A menudo, nuestros propósitos de Año Nuevo y nuestras metas más ambiciosas fracasan no por falta de capacidad, sino por exceso de seguridad. Mantenemos los barcos intactos en la orilla “por si acaso”.

Decimos “voy a intentar ir al gimnasio”, pero no cancelamos la suscripción a Netflix ni tiramos la comida basura de la despensa. Decimos “voy a lanzar mi proyecto”, pero no renunciamos a las distracciones que nos mantienen cómodos ni invertimos dinero real que nos duela perder. Decimos “voy a mejorar mi relación”, pero guardamos rencores y salidas fáciles en la recámara.

La disciplina no nace de una fuerza de voluntad infinita que brota mágicamente cada mañana; nace de la eliminación de alternativas. Si tienes una salida fácil, tu cerebro —que está diseñado evolutivamente para ahorrar energía y evitar el dolor— la tomará en cuanto sienta la más mínima incomodidad.

Hoy es 1 de enero. El inicio del ciclo. No necesitas más motivación, ni más videos inspiradores, ni mejores zapatillas de deporte. Necesitas hundir tus barcos. Necesitas crear un entorno donde el éxito sea la única opción viable.

Reflexión Final:

  1. Identifica tu barco: ¿Cuál es tu “Plan B”, tu vía de escape o tu red de seguridad que te está impidiendo comprometerte al 100% con tu objetivo principal este año?
  2. La Acción Irreversible: ¿Qué “barco” necesitas hundir hoy? (Ejemplos: tirar el tabaco, borrar una app adictiva, pagar por adelantado un entrenador, anunciar públicamente tu meta para crear presión social).
  3. El Compromiso: Escribe una sola acción concreta e irreversible que harás antes de que termine el día de hoy para eliminar la retirada. Hazla. Y no mires atrás.