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Miguel Ángel Ballesteros

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13 Enero: La Importancia del Mantenimiento

13 Enero: La Importancia del Mantenimiento

“Si cuidas tus herramientas, ellas te cuidarán a ti.”Proverbio Anónimo

Fuente/Tradición: Bushido / Zen

La Historia: El Samurai y su Espada

La lluvia caía incesante sobre el tejado del dojo, un repiqueteo rítmico que acompañaba el silencio de la madrugada. Dentro, la única luz provenía de una pequeña lámpara de aceite que proyectaba sombras danzantes sobre las paredes de madera envejecida. Kenji, un joven samurai impetuoso y sediento de gloria, observaba con impaciencia a su maestro.

El viejo maestro, Hideo, estaba sentado en seiza frente a su katana desmontada. No estaba meditando, ni practicando cortes al aire. Estaba limpiando. Con una meticulosidad que a Kenji le parecía exasperante, Hideo pasaba un paño de algodón suave, el uchiko, sobre la hoja de acero tamahagane. Golpeteaba suavemente la bola de polvo de piedra de afilar sobre el metal, creando una fina nube blanca que luego retiraba con movimientos precisos y lentos.

—Maestro —interrumpió Kenji, incapaz de contenerse más—, los hombres del clan rival han sido avistados cerca del paso de montaña. Deberíamos estar practicando estrategias, o afilando nuestro espíritu para el combate. ¿Por qué perdemos tiempo limpiando una espada que ya está limpia? Lo importante es que corte, no que brille.

Hideo no levantó la vista. Siguió con su ritual. Aceitó la hoja con aceite de clavo, choji oil, asegurándose de que una capa microscópica cubriera cada milímetro del acero, protegiéndolo de la humedad invisible del aire. Solo cuando terminó, volvió a montar la empuñadura, ajustando el mekugi (el pasador de bambú) con un golpe seco y definitivo.

—Toma mi espada —dijo Hideo, extendiéndola hacia su alumno.

Kenji la tomó. Era pesada, pero estaba perfectamente equilibrada. Al desenvainarla, el acero pareció cantar. La superficie era un espejo líquido, sin una sola mancha, sin una sola huella. Reflejaba la luz de la lámpara con una claridad sobrenatural.

—Ahora mira la tuya —ordenó el maestro.

Kenji desenvainó su propia katana. Aunque era un arma formidable, la diferencia era palpable. Había manchas oscuras cerca de la guarda, restos de aceite viejo y polvo acumulado en la saya (vaina).

—¿Ves esa pequeña mancha de óxido cerca del habaki? —señaló Hideo—. Esa mancha es fricción. En un duelo, esa fricción es una fracción de segundo. Y esa fracción de segundo es la distancia entre la vida y la muerte.

Días después, la realidad impartió su lección con sangre. Durante una escaramuza bajo una lluvia torrencial, Kenji se vio rodeado. Al intentar desenvainar para un corte rápido de iaijutsu, su espada se atascó momentáneamente. La suciedad acumulada en la boca de la vaina, mezclada con el agua, creó una pasta que frenó el acero. Ese instante de duda, ese “clic” sordo en lugar de un silbido letal, permitió que su oponente se acercara demasiado. Kenji sobrevivió solo porque Hideo intervino, desviando la lanza enemiga con un movimiento fluido y perfecto de su propia espada, que salió de la vaina como un rayo de luz.

Esa noche, herido y humillado, Kenji no durmió. Pasó la noche desmontando su espada, limpiando cada pieza, entendiendo finalmente que el mantenimiento no es una tarea doméstica. Es la base sobre la que se asienta la supervivencia.

La Lección:

Vivimos en una cultura obsesionada con el “uso” y el “rendimiento”, pero que desprecia profundamente el mantenimiento. Glorificamos al emprendedor que trabaja 18 horas, pero ignoramos al que duerme 8 para poder rendir durante 10 años. Queremos correr la maratón, pero nos saltamos los estiramientos. Queremos que nuestro ordenador vuele, pero nunca limpiamos el disco duro.

La disciplina no es solo la capacidad de hacer el trabajo duro en el campo de batalla; es la capacidad de cuidar las herramientas que te permiten estar en ese campo de batalla. Tu cuerpo, tu mente, tu entorno, tus relaciones, tus finanzas.

La entropía es la ley natural del universo: todo tiende al desorden. Si no inviertes energía activamente en el mantenimiento, el óxido aparece. Al principio es invisible. Luego es una molestia. Finalmente, es un fallo catastrófico en el peor momento posible.

Limpiar, ordenar, reparar, descansar y organizar no son “tiempos muertos”. Son parte activa y estratégica de tu misión. Un guerrero con armas oxidadas ya ha perdido antes de que empiece la pelea. No es mala suerte; es negligencia.

Reflexión Final:

  1. Tu Herramienta Principal: ¿Cuál es la herramienta más crítica para tu éxito (tu cuerpo, tu mente, tu laptop, tu coche)? ¿Si tu vida dependiera de su estado actual, sobrevivirías?
  2. El Óxido Invisible: ¿Qué pequeña cosa has dejado que se degrade por pereza? (Un dolor de espalda que ignoras, un ruido en el coche, una conversación pendiente con tu pareja).
  3. La Práctica de Hoy: Dedica 20 minutos exclusivamente al Mantenimiento Profundo. Elige una cosa: limpia tu escritorio hasta que parezca de revista, actualiza y organiza tus archivos digitales, o dedica tiempo a estirar y cuidar tu cuerpo. Hazlo con la solemnidad de un ritual, como Hideo limpiando su espada.