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Miguel Ángel Ballesteros

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16 Enero: Estándares Personales

16 Enero: Estándares Personales

“Sé un criterio de calidad. Algunas personas no están acostumbradas a un entorno donde se espera la excelencia.”Steve Jobs

Fuente/Tradición: Diseño / Perfeccionismo

La Historia: La Parte Trasera del Armario

Mountain View, California, años 60. Un garaje suburbano lleno de herramientas, olor a aserrín y grasa de motor. Un padre y un hijo trabajan juntos en un proyecto de fin de semana: construir una cerca de madera para el jardín.

El padre es Paul Jobs, un mecánico y carpintero aficionado que, aunque no tiene mucha educación formal, posee una integridad artesanal inquebrantable. El hijo es un joven Steve Jobs, inquieto, curioso y observador.

Paul le entrega a Steve un pincel y un bote de pintura. —Steve, tenemos que pintar la cerca. Asegúrate de pintar bien ambos lados de cada tabla. El joven Steve mira la cerca. Una cara dará hacia la casa y el jardín, donde todos la verán. La otra cara dará hacia unos arbustos densos y una pared trasera. Nadie, absolutamente nadie, va a meterse ahí detrás para mirar esa madera. —Papá —protesta Steve—, ¿por qué tengo que gastar tiempo y pintura en la parte de atrás? Nadie lo va a saber nunca.

Paul Jobs detiene su trabajo. Mira a su hijo a los ojos con seriedad, no con enfado, sino con la intención de transmitir una verdad fundamental. —Tú lo sabrás —dice Paul—. Y yo lo sabré.

Paul le explicó que un verdadero carpintero, uno que ama su oficio y se respeta a sí mismo, nunca usaría madera podrida para la parte trasera de un armario, aunque esa parte vaya pegada a la pared y el cliente jamás la vea. “Para dormir bien por la noche”, le dijo, “la estética y la calidad tienen que ser llevadas hasta el final”.

Esa lección se grabó a fuego en la psique de Jobs. Décadas más tarde, cuando estaba dirigiendo el desarrollo del primer Macintosh, el equipo de ingenieros estaba diseñando la placa base (el circuito interno). Era una pieza compleja que iría encerrada dentro de una carcasa de plástico sellada. El usuario promedio jamás la vería. De hecho, Apple diseñaba sus carcasas para que fueran difíciles de abrir.

Los ingenieros querían hacer el diseño más fácil y barato posible. “¿A quién le importa cómo se ven los chips alineados si funciona?”, argumentaban. Jobs estalló. Recordó la cerca. Recordó el armario. —¡A mí me importa! —gritó—. Quiero que sea tan hermoso como la parte de fuera. Obligó a los ingenieros a rediseñar la placa para que tuviera una estética limpia y ordenada. Y cuando terminaron, hizo algo inaudito: hizo que cada miembro del equipo grabara su firma en el molde de la carcasa interior. Sus nombres quedaron inmortalizados dentro de cada Macintosh, invisibles para el mundo, pero presentes. Como artistas firmando su obra.

La Lección:

La disciplina verdadera no es performativa. No es para que te aplaudan. No es para subir la foto a Instagram con el hashtag #NoPainNoGain. La disciplina son tus estándares personales cuando nadie te ve.

Es muy fácil trabajar duro cuando el jefe está mirando. Es muy fácil comer sano cuando estás cenando con tus amigos del gimnasio. Es muy fácil ser amable cuando quieres impresionar a alguien.

Pero, ¿qué haces cuando estás solo en la oscuridad? ¿Limpias lo que ensucias aunque nadie vaya a entrar en esa habitación? ¿Terminas la serie de ejercicios cuando el entrenador se ha dado la vuelta, o te saltas las dos últimas repeticiones? ¿Entregas un trabajo mediocre porque sabes que el cliente no notará la diferencia?

Tus estándares personales definen tu autoestima. Cuando “haces trampas” en lo oculto, te envías un mensaje devastador a ti mismo: “No soy de fiar”. “No merezco la excelencia”. “Soy un fraude”. La integridad es hacer lo correcto aunque nadie se entere jamás. Porque tú lo sabes. Y eso es suficiente.

Reflexión Final:

  1. El Testigo Oculto: ¿Qué haces (o dejas de hacer) cuando estás completamente solo que te avergonzaría profundamente si se proyectara en una pantalla gigante ante tus seres queridos?
  2. La Firma: Imagina que tienes que firmar con tu nombre y apellido cada pequeña tarea que has completado hoy. ¿Estarías orgulloso de poner tu firma en ese email, en ese informe, en cómo has tratado a esa persona?
  3. La Práctica de Hoy: Realiza una tarea “invisible” con excelencia total. Ordena un cajón que nadie abre, limpia el fondo de tu coche, o redacta un documento interno con una claridad impecable. Hazlo solo para ti. Siente el poder silencioso de saber que está bien hecho.