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Miguel Ángel Ballesteros

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24 Enero: El Final es el Principio

24 Enero: El Final es el Principio

“Hay que imaginar a Sísifo feliz.”Albert Camus

Fuente/Tradición: Existencialismo / Mitología

La Historia: La Roca de Sísifo

En el inframundo griego, el Tártaro, donde las almas son juzgadas y castigadas, existe una colina desolada, envuelta en una niebla eterna. Allí, un hombre musculoso, cubierto de sudor y polvo, empuja una inmensa roca de granito cuesta arriba.

Es Sísifo, el rey de Ephyra (Corinto), castigado por los dioses por su astucia y por haber engañado a la mismísima Muerte (Tánatos) en dos ocasiones. Zeus, furioso por la arrogancia de un mortal que se creía más listo que los dioses, diseñó un castigo perfecto para quebrantar su espíritu.

Sísifo clava los pies en la tierra seca. Sus músculos se tensan bajo el esfuerzo titánico. Empuja con el hombro, con las manos sangrando, centímetro a centímetro. La cima está cerca. Puede verla. La esperanza de terminar la tarea le da un último impulso de energía. Pero justo cuando está a punto de coronar la cumbre, cuando parece que la roca va a quedarse quieta al otro lado… el peso vence a la fuerza. La roca se tambalea un instante y luego rueda estruendosamente hacia abajo, levantando una nube de polvo, hasta detenerse exactamente en el mismo punto del valle donde empezó.

Sísifo observa la roca caer. Y aquí es donde ocurre la magia del mito. Sísifo no se tira al suelo a llorar. No maldice a Zeus. No se rinde. Se da la vuelta. Camina lentamente hacia el valle. Ese momento, esa caminata de regreso hacia la roca, es lo que interesaba al filósofo Albert Camus. Es la “hora de la conciencia”.

Sísifo sabe que no hay esperanza de éxito final. Sabe que la roca volverá a caer mañana, y pasado, y dentro de mil años. Es un esfuerzo inútil y estéril. Sin embargo, Sísifo elige volver a empujar. Al aceptar su destino, lo trasciende. Al abrazar lo absurdo de su tarea, se vuelve superior a ella. La roca no es su castigo; es su tarea. Es su roca. “Su destino le pertenece. Su roca es su cosa”, escribe Camus. En ese acto de rebelión silenciosa, en ese “volver a empezar” sin esperanza de premio, Sísifo encuentra su libertad.

La Lección:

A menudo sentirás que tu disciplina es un castigo de Sísifo. Lavas los platos, y a las tres horas están sucios otra vez. Haces la cama, y por la noche la deshaces. Entrenas duro para estar en forma, y si paras dos semanas, pierdes el progreso. Respondes 50 emails, y entran 50 nuevos.

Es la trampa de buscar un “final”. Nuestra mente lineal quiere llegar a la cima, plantar la bandera y descansar para siempre. “Cuando tenga X dinero, seré feliz”. “Cuando termine este proyecto, descansaré”. Pero no hay final. La vida es cíclica, no lineal. La entropía siempre hace rodar la roca hacia abajo.

Si tu disciplina depende de llegar a una meta final para sentirte bien, serás miserable, porque la meta siempre se mueve o desaparece. La disciplina del guerrero es enamorarse de la roca. Enamorarse del proceso. Entender que el valor no está en llegar a la cima, sino en la fuerza que desarrollas en tus piernas y en tu carácter mientras empujas.

La victoria no es que la roca se quede arriba. La victoria es que tú sigas empujando.

Reflexión Final:

  1. Tu Roca Personal: ¿Qué tarea repetitiva y aparentemente ingrata te frustra más en tu vida diaria? (La limpieza, la burocracia, el mantenimiento físico).
  2. El Cambio de Marco: ¿Puedes dejar de ver esa tarea como un obstáculo para tu felicidad y empezar a verla como tu gimnasio espiritual? ¿Puedes decir: “Esta es mi roca, y la voy a empujar mejor que nadie”?
  3. La Práctica de Hoy: Cuando te enfrentes hoy a esa tarea repetitiva (fregar, ordenar, borrar spam), no lo hagas con resentimiento. Hazlo con una sonrisa interior desafiante. Imagina a Sísifo guiñándote un ojo. Encuentra la alegría en el esfuerzo mismo.