10 Febrero: La Empatía Táctica
10 Febrero: La Empatía Táctica
“¿Acaso no destruyo a mis enemigos cuando los hago mis amigos?” — Abraham Lincoln
Fuente/Tradición: Liderazgo / Diplomacia
La Historia: Lincoln y el Gorila
Año 1861. Estados Unidos se desgarraba. La Guerra Civil era inminente y Abraham Lincoln acababa de ser elegido presidente. Era un abogado de provincias, desgarbado, melancólico y visto por la élite política de Washington como un intruso sin refinar. Para salvar a la Unión, Lincoln necesitaba formar el gabinete más fuerte posible. Y para el puesto más crítico, el de Secretario de Guerra, tomó una decisión que dejó atónitos a sus asesores.
Eligió a Edwin Stanton.
Stanton era un abogado brillante, sí. Pero también era un hombre rudo, arrogante, irascible y, lo peor de todo, despreciaba a Lincoln con una pasión visceral. Años antes, habían coincidido en un caso legal en Cincinnati. Stanton, al ver a Lincoln con su traje mal ajustado y su aspecto rústico, se negó a sentarse en la misma mesa que él. Preguntó en voz alta, para que todos lo oyeran: “¿Por qué traen a este gorila de brazos largos aquí?”. Durante la campaña presidencial, Stanton había llamado a Lincoln “el imbécil original” y había dicho que era una desgracia nacional.
Cuando Lincoln propuso su nombre, sus amigos protestaron horrorizados. —Señor Presidente, ¿sabe lo que Stanton dice de usted? Lo odia. Lo insulta en público. Es un enemigo. Traerlo al gabinete sería un suicidio político.
Lincoln, con esa calma profunda que nacía de haber sufrido muchas derrotas, respondió: —Sé perfectamente lo que dice de mí. Pero la pregunta no es si le caigo bien. La pregunta es: ¿Es el hombre más capaz para organizar el ejército y ganar esta guerra? Sí, lo es. Es incansable, incorruptible y feroz. El país lo necesita. Mi ego puede soportar sus insultos; la Unión no puede soportar perder la guerra.
Lincoln nombró a Stanton. Y durante los años siguientes, soportó sus desplantes, sus gritos y su falta de respeto inicial. Pero Lincoln no se limitó a tolerarlo; aplicó lo que hoy llamaríamos “Empatía Táctica”. Trató a Stanton con una cortesía inquebrantable. Escuchaba sus opiniones. Le daba autonomía. Elogiaba su trabajo ante otros. Poco a poco, Stanton empezó a ver más allá del “gorila”. Empezó a ver la sabiduría, la paciencia y la fuerza moral de Lincoln. La hostilidad se transformó en respeto, y el respeto en una lealtad feroz.
La noche del 14 de abril de 1865, Lincoln fue disparado en el Teatro Ford. Lo llevaron a una casa al otro lado de la calle, donde agonizó durante horas. Junto a su cama, sosteniendo su mano, estaba Edwin Stanton, llorando como un niño. Cuando Lincoln dio su último suspiro a las 7:22 de la mañana, fue Stanton quien cerró los ojos del presidente y pronunció, con la voz rota, las palabras que pasarían a la historia: “Now he belongs to the ages” (Ahora pertenece a las edades/eternidad).
Lincoln había logrado la victoria suprema: no había derrotado a su enemigo; lo había transformado en su amigo más leal.
La Lección:
Nuestro instinto reptiliano ante un enemigo o un crítico es binario: atacar o huir. “Si tú me odias, yo te odio más”. “Si tú me insultas, yo te destruyo”. Esta estrategia puede funcionar en una pelea de bar, pero en la vida, en los negocios y en el liderazgo, es costosa y estúpida. Crea enemigos de por vida, consume tu energía mental y te distrae de tu misión.
La Empatía Táctica no es ser blando. No es poner la otra mejilla por debilidad. Es una maniobra ofensiva de alto nivel. Significa entender que detrás de la hostilidad de alguien suele haber miedo, inseguridad o una necesidad no satisfecha. Lincoln entendió que la agresividad de Stanton nacía de su perfeccionismo y su ansiedad por el destino del país. No se lo tomó como algo personal (Lección de ayer). Usó esa energía para la causa.
Destruir a un enemigo con la fuerza bruta requiere recursos inmensos y deja cicatrices. Destruir a un enemigo haciéndolo tu aliado es la maniobra más eficiente que existe. Neutralizas la amenaza y ganas un recurso valioso. Sumas en lugar de restar.
Reflexión Final:
- Tu Stanton: Identifica a esa persona en tu vida (un compañero de trabajo difícil, un familiar crítico, un vecino hostil) con quien tienes una guerra fría abierta. ¿Cuánta energía mental te cuesta mantener esa trinchera cada día?
- El Desarme: ¿Qué pasaría si mañana, en lugar de devolverle el golpe o ignorarlo, hicieras un movimiento contraintuitivo? ¿Qué pasaría si le pidieras consejo sobre algo en lo que es experto? ¿O si le agradecieras algo genuinamente?
- La Práctica de Hoy: Elige a un “enemigo” o alguien que te caiga mal. Hoy, haz un gesto de acercamiento inesperado. No tiene que ser grandioso. Tráele un café, dale la razón en un punto pequeño o envíale un mensaje conciliador. Observa su reacción. La gente tiene un guion para la guerra; no tienen un guion para la amabilidad inesperada. Rompe su guion.