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Miguel Ángel Ballesteros

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02 Mayo: La Guerrera Incansable

02 Mayo: La Guerrera Incansable

“No soy una mujer, soy un guerrero.”Atribuido a Tomoe Gozen

Fuente/Tradición: Historia Samurai / Bushido

La Historia: La Batalla de Awazu

Japón, año 1184. El final de las Guerras Genpei. El sol se pone sobre el lago Biwa, tiñendo el agua de un rojo oscuro que presagia la masacre. En una cultura feudal dominada absolutamente por hombres, donde el lugar de la mujer estaba en la casa sirviendo el té, una figura rompe la realidad. Lleva una armadura o-yoroi completa, pesada y lacada en negro. Monta un caballo de guerra encabritado. Maneja un arco largo (yumi) y una naginata (lanza con hoja curva) con una destreza letal. Es Tomoe Gozen.

El Heike Monogatari, la Ilíada japonesa, la describe así: “Tomoe era especialmente hermosa, de piel blanca y pelo largo. Pero también era una arquera notablemente fuerte, y como espadachina era una guerrera que valía por mil, dispuesta a enfrentarse a un demonio o a un dios, a caballo o a pie”.

Pero hoy, la belleza no importa. Hoy es el final. Las fuerzas de su señor, Minamoto no Yoshinaka, han sido aniquiladas. De un ejército de miles, solo quedan 5 jinetes. Están rodeados por el clan enemigo. La derrota es matemática. La muerte es inminente. La mayoría de los samuráis en esta situación habrían cometido seppuku (suicidio ritual) o habrían huido. Tomoe no. A pesar del agotamiento, de las heridas y de la desesperanza absoluta, ella decide cargar una última vez.

Ve al líder enemigo, Onda no Hachiro, famoso por su fuerza bruta, acercándose con sus tropas frescas. Tomoe espolea su caballo. Carga sola contra treinta hombres. Es un demonio de velocidad y acero. Desvía flechas. Corta lanzas. Llega hasta Onda no Hachiro. Lo arrastra de su caballo con sus propias manos, lo inmoviliza contra la silla y, con un movimiento fluido, le corta la cabeza. Tira la cabeza al suelo como un desafío final. Los enemigos retroceden, aterrorizados. No están luchando contra una mujer; están luchando contra la voluntad pura. Tomoe luchó no para ganar (ya no se podía ganar), sino para comprar tiempo para que su señor pudiera morir con honor.

La Lección:

La resistencia no siempre se trata de ganar. Vivimos obsesionados con el éxito. “Si me esfuerzo, tengo que conseguir el premio”. Pero, ¿qué pasa cuando la situación es imposible? ¿Qué pasa cuando el cáncer es terminal? ¿Cuando la empresa quiebra sin remedio? ¿Cuando la relación se acaba irremediablemente?

Ahí es donde se prueba el verdadero metal del guerrero. Es fácil luchar cuando ves la victoria cerca. Es fácil ser valiente cuando vas ganando. Pero luchar con elegancia, fuerza y dignidad cuando todo está perdido… eso es lo que te convierte en leyenda. Eso es lo que inspira a los que te rodean. Tu aguante no depende del resultado externo (ganar/perder). Depende de tu estándar interno. El guerrero no lucha porque va a ganar. Lucha porque es un guerrero.

Reflexión Final:

  1. La Batalla Perdida: ¿Estás enfrentando una situación donde las probabilidades están totalmente en tu contra?
  2. La Actitud: ¿Estás dejando que la posibilidad de derrota afecte tu esfuerzo? (“Para qué intentarlo si voy a perder”).
  3. La Práctica de Hoy: El Último Stand. Comprométete a terminar una tarea difícil hoy con excelencia absoluta, independientemente de si va a tener éxito o si alguien lo va a notar. Hazlo por ti. Por tu honor. Carga contra tu Onda no Hachiro aunque estés solo.