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Miguel Ángel Ballesteros

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12 Julio: Lavar los Platos

12 Julio: Lavar los Platos

“Mientras lavas los platos, debes lavar los platos.”Thich Nhat Hanh

Fuente/Tradición: Budismo Zen / Mindfulness

La Historia: El Monje y la Taza de Té

Thich Nhat Hanh, el monje vietnamita nominado al Nobel de la Paz, cuenta una anécdota sencilla pero devastadora en su libro El Milagro de Mindfulness. Estaba tomando té con un amigo y un niño pequeño. El amigo estaba hablando animadamente sobre el futuro. De sus proyectos. De sus preocupaciones. De lo que iba a hacer el mes que viene. Mientras hablaba, el amigo cogió su taza de té caliente y bebió un sorbo. Pero sus ojos estaban perdidos en la distancia. No estaba bebiendo té. Estaba bebiendo sus proyectos. Estaba bebiendo sus miedos. Estaba bebiendo sus fantasmas. Ni siquiera notó el sabor del té, ni su temperatura, ni su aroma. Thich Nhat Hanh le tocó suavemente la mano para detenerlo y le dijo: —”Amigo, el té no está en el futuro. El té está aquí. Si no estás presente, el té no existe. Y tú tampoco existes”.

Lo mismo aplica a lavar los platos. Hay dos formas de lavar los platos:

  1. Lavar para tener platos limpios: Odias lavar. Es una tarea sucia y aburrida. Quieres acabar rápido para ir a ver la tele o tomar el postre. Mientras lavas, estás pensando en lo que harás después. Estás “sacrificando” el momento presente por el futuro. Vives en tensión, empujando el tiempo.
  2. Lavar para lavar: Sientes el agua caliente en tus manos. Sientes la textura del jabón y la espuma. Escuchas el sonido de la porcelana chocando suavemente. Disfrutas del acto de limpiar. No hay prisa. El fin es la acción misma. Cada plato es sagrado.

Parece una tontería mística. “¿A quién le gusta lavar platos?”, dirás. Pero es la clave de la maestría y de la salud mental. El Single-Tasking (hacer una sola cosa). La neurociencia moderna confirma lo que el Zen sabía hace siglos: nuestro cerebro no puede hacer dos cosas a la vez (Multitasking). Solo puede cambiar muy rápido entre una y otra (Context Switching). Cada vez que cambias (de lavar a pensar, de escribir a mirar el móvil, de conducir a hablar), quemas glucosa oxigenada. Te agotas. Bajas tu CI hasta 10 puntos (más que si hubieras fumado marihuana). El mito del “ejecutivo agresivo que hace 10 cosas a la vez” es eso: un mito destructivo. Los verdaderos maestros hacen una cosa. Cuando comen, comen. Cuando caminan, caminan. Cuando escriben código, escriben código. Su atención es un rayo láser concentrado, no una bombilla difusa que ilumina todo mal.

La Lección:

La vida se compone de una sucesión de momentos presentes. Si siempre estás pensando en el “después”, te pierdes la vida entera. Te pierdes la infancia de tus hijos (pensando en el trabajo). Te pierdes el trabajo (pensando en las vacaciones). Te pierdes las vacaciones (pensando en los problemas de casa). Llegas a la muerte y te preguntas: “¿Cuándo viví?”. La respuesta es: Nunca. Siempre estuviste “a punto de vivir”. Siempre estuviste preparándote para vivir, pero nunca llegaste.

La práctica del Single-Tasking es el entrenamiento para recuperar tu vida. No necesitas ir a un retiro de silencio en el Himalaya. Empieza con los platos. Empieza con la ducha. (¿Cuántas veces te duchas con tu jefe, mentalmente, discutiendo con él o repasando la reunión de ayer?). Échalo de la ducha. Siente el agua. Huele el jabón. Si consigues lavar los platos con atención plena, podrás gestionar una crisis empresarial con atención plena. La calma se entrena en lo trivial para usarla en lo vital. Si no puedes dominar tu atención frente al fregadero, no podrás dominarla frente al caos del mundo.

Reflexión Final:

  1. El Fantasma: ¿Dónde está tu mente ahora mismo? ¿Estás leyendo esto realmente o estás pensando en lo que vas a hacer luego? Vuelve.
  2. La Multitarea: ¿Comes mirando el móvil? ¿Conduces hablando por teléfono? ¿Ves una película mientras contestas emails? Intenta hacer una sola cosa. Es incómodo al principio (el cerebro adicto a la dopamina se rebela), pero luego es profundamente liberador.
  3. La Práctica de Hoy: Elige una actividad rutinaria (cepillarte los dientes, atarte los zapatos, beber un vaso de agua). Hazla despacio. Siente cada sensación. No dejes que tu mente se vaya. Si se va, tráela de vuelta con amabilidad. “Solo dientes. Solo dientes”.