03 Agosto: Libertad Última
03 Agosto: Libertad Última
“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino.” — Viktor Frankl, El Hombre en busca de Sentido
Fuente/Tradición: Logoterapia / Existencialismo
La Historia: El Número 119.104
Auschwitz. Invierno de 1944. Viktor Frankl, psiquiatra vienés, ya no es el Dr. Frankl. Es el prisionero número 119.104. Le han quitado todo. Su familia (asesinada o desaparecida). Su ropa. Su pelo (afeitado en todo el cuerpo). Su dignidad. Su nombre. Está cavando una zanja en el suelo helado. Lleva harapos. Tiene tifus. Pesa 40 kilos. Un guardia de las SS le golpea con la culata del fusil porque se ha detenido un segundo a tomar aire. El guardia le grita, le insulta, le trata como a un animal, como a una cosa. En ese momento, Frankl hace un descubrimiento que cambiará la psicología moderna. Se da cuenta de que, aunque el guardia tiene poder total sobre su cuerpo (puede matarle, torturarle, hambrearle), no tiene acceso a su mente. Entre el estímulo (el golpe) y la respuesta (la reacción de Frankl), hay un espacio. En ese espacio reside su libertad. Frankl decide no odiar al guardia. Decide compadecerle. Decide visualizar a su esposa. Decide imaginar que está dando una conferencia en una universidad cálida y luminosa sobre la psicología de los campos de concentración. El guardia cree que está golpeando a un esclavo. Pero Frankl, en su mente, es un observador científico libre que está estudiando al guardia. Frankl es más libre que su captor. El captor es esclavo de su ideología, de su odio y de sus órdenes. Frankl es dueño de su alma.
La Lección:
Esta es la definición definitiva de Libertad. No es “hacer lo que quieras”. Es “elegir tu actitud ante lo que te toca vivir”. A menudo nos sentimos atrapados. “Odio mi trabajo, pero no puedo dejarlo porque tengo hipoteca”. “Mi relación es tóxica, pero no puedo irme por los niños”. “Estoy enfermo, no puedo ser feliz”. Esas son prisiones mentales. Claro que tienes restricciones externas. Pero siempre, SIEMPRE, tienes la libertad de elegir cómo te enfrentas a ellas. Puedes fregar platos con amargura o con dignidad zen. Puedes aguantar el tráfico con ira o usándolo para escuchar un audiolibro. Puedes vivir la enfermedad como una víctima o como un desafío espiritual. Nadie puede quitarte esa elección. Si la pierdes, es porque la has entregado voluntariamente. Has decidido reaccionar en piloto automático. Recupera tu poder. No eres un producto de tus circunstancias. Eres un producto de tus decisiones.
Reflexión Final:
- La Queja: ¿De qué circunstancia externa te quejas constantemente? (“Mi jefe es…”, “El clima es…”, “La economía es…”).
- El Espacio: Visualiza el espacio entre eso que te molesta y tu reacción. Haz ese espacio más grande. Respira en ese espacio.
- La Práctica de Hoy: Hoy, cuando algo salga mal (y saldrá), detente. No reacciones. Di mentalmente: “Elijo responder con calma/curiosidad/humor”. Ejerce tu libertad última.