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Miguel Ángel Ballesteros

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01 Octubre: La Mentira que nos contamos

01 Octubre: La Mentira que nos contamos

“Nada es tan fácil como engañarse a uno mismo; porque el hombre cree que es verdad lo que desea.”Demóstenes, Olínticas

Fuente: Psicología / Historia Biográfica

La Historia: El Aviador en la Oscuridad

La sala de proyecciones estaba en penumbra, iluminada solo por el parpadeo fantasmal de la pantalla. El aire estaba viciado, estancado, con ese olor dulzón y rancio de la leche podrida y el polvo acumulado durante meses. En el centro de este santuario de tinieblas, desnudo, demacrado y con las uñas de los pies curvadas como garras de ave rapaz, yacía Howard Hughes.

Hughes no era solo un hombre; era un titán. Había conquistado Hollywood con Hell’s Angels, había diseñado los aviones más rápidos del mundo, había comprado la TWA y se había enfrentado al gobierno de los Estados Unidos y ganado. Era el hombre más rico, el más brillante, el más audaz. O al menos, esa era la historia que se contaba a sí mismo.

Pero la realidad fuera de esa habitación sellada en el hotel Desert Inn de Las Vegas era muy diferente. Su obra maestra, el H-4 Hercules (el “Spruce Goose”), el avión más grande jamás construido, había volado una sola vez, durante apenas un minuto, a veinte metros sobre el agua, antes de ser guardado en un hangar climatizado a un coste de un millón de dólares al año. Un monumento invisible a su genialidad incomprendida.

Hughes había construido un imperio, pero su ego había construido una prisión. Convencido de que el mundo exterior estaba sucio, lleno de gérmenes y de gente inferior que quería robarle o contaminarle, se había retirado. Su mente, brillante y paranoica, tejía narrativas complejas para justificar su aislamiento. No estaba loco, se decía; estaba protegiéndose. No estaba fracasando; estaba preparando su siguiente gran golpe.

Día tras día, veía las mismas películas en bucle, comía lo mismo, y dictaba memorandos interminables sobre trivialidades absurdas a un ejército de ayudantes invisibles a los que tenía prohibido mirarle a los ojos. Su ego le había dicho que él era el centro del universo, y él había cumplido esa profecía de la manera más trágica posible: convirtiéndose en el único habitante de un universo de uno.

Murió en el aire, en un vuelo de emergencia hacia Houston, tan desnutrido y deteriorado que el FBI tuvo que usar huellas dactilares para identificar el cadáver del hombre más famoso de América. Había pasado décadas construyendo una realidad alternativa donde él era invulnerable, y esa fantasía le había costado su alma, su mente y, finalmente, su vida.

La Lección:

La historia de Howard Hughes es extrema, pero el mecanismo es universal. El ego es, en esencia, una desconexión de la realidad. Es la fuerza que nos lleva a editar los hechos para que encajen en la narrativa donde somos los héroes, las víctimas injustas o los genios incomprendidos.

Cuando los resultados no acompañan, el ego dice: “El mercado no lo entiende”, “Mi jefe me tiene manía”, “No tuve suerte”. Construimos nuestro propio “Spruce Goose”, un proyecto enorme y costoso que nunca vuela realmente, pero que mantenemos en un hangar mental, puliéndolo y admirándolo, gastando nuestra energía vital en mantener la ilusión de que somos grandes.

El peligro no es la locura clínica de Hughes; es la “locura funcional” de creer nuestras propias mentiras. Si te dices a ti mismo que eres un gran líder pero nadie te sigue, estás alucinando. Si crees que eres un artista pero no produces obra, estás viviendo en una fantasía. El ego te aísla del feedback honesto del mundo, y ese aislamiento es la muerte del guerrero.

Reflexión Final:

  1. ¿Cuál es tu “Spruce Goose”? ¿Qué proyecto, habilidad o rasgo de carácter crees que es magnífico pero que, objetivamente, no está dando resultados reales?
  2. La Prueba de la Realidad: ¿Hay alguna área de tu vida donde culpes sistemáticamente a los demás (el entorno, la economía, la pareja) por tus problemas? Ahí es donde se esconde tu ego.
  3. La Práctica de Hoy: Busca una dosis de realidad fría. Pregunta a alguien de confianza (un mentor, una pareja, un socio): “¿En qué me estoy engañando a mí mismo actualmente?”. Escucha la respuesta sin defenderte. Aguanta el golpe. Agradece la verdad.