19 Octubre: Barriendo el Dojo
19 Octubre: Barriendo el Dojo
“Antes de la iluminación, cortar leña y llevar agua. Después de la iluminación, cortar leña y llevar agua.” — Proverbio Zen
Fuente: Tradición Samurai / Zen
La Historia: El Samu
En los monasterios Zen y en los dojos tradicionales de artes marciales, hay una práctica llamada Samu: el trabajo manual.
Imagina a un joven aspirante que llega al templo buscando la sabiduría suprema. Ha leído los sutras, conoce la filosofía, quiere meditar sobre el vacío y aprender los secretos del universo. El maestro lo recibe y le entrega… una escoba.
—Barre el patio —le dice. —¿Por cuánto tiempo? —pregunta el joven. —Hasta que esté limpio.
El joven barre. Al día siguiente, le mandan limpiar las letrinas. Al otro, arrancar malas hierbas del jardín bajo el sol abrasador.
Su ego se rebela. “Yo no he venido aquí para ser un conserje. Yo soy un intelectual, un guerrero espiritual. Esto es una pérdida de tiempo. El maestro me está humillando”.
Pero el Samu no es una tarea de limpieza; es una tarea de pulido del espíritu.
El maestro sabe que mientras el alumno considere que hay tareas “nobles” (meditar, luchar) y tareas “innobles” (limpiar, cocinar), sigue atrapado en la dualidad del ego. El ego clasifica el mundo en jerarquías para saber dónde situarse (preferiblemente arriba).
Al obligarle a limpiar el suelo con atención plena, el maestro le enseña que la excelencia es un hábito, no un acto escénico. Si no puedes barrer un rincón con perfección y presencia, no puedes blandir una espada con perfección y presencia. Cómo haces una cosa es cómo haces todo.
Con el tiempo, el novicio deja de luchar contra la escoba. Encuentra ritmo en el barrido. Encuentra paz en la limpieza. Deja de querer estar en otro lugar “más importante”. Y en ese momento, cuando el ego que quería ser “especial” desaparece, empieza el verdadero entrenamiento.
La Lección:
En la vida moderna, buscamos “hacks”, atajos y delegar lo “sucio”. Queremos ser CEOs, no queremos hacer el café.
Pero hay una dignidad inmensa en el trabajo básico. Mantener tu entorno ordenado, cuidar tus herramientas, cocinar tu comida. Estas tareas te anclan a la tierra. Te recuerdan que eres humano, que tienes un cuerpo, que ocupas un espacio que requiere cuidado.
El guerrero nunca es demasiado importante para barrer su propio dojo. De hecho, desconfía de cualquier líder que no sea capaz de mancharse las manos.
Reflexión Final:
- La Tarea Odiada: ¿Qué tarea doméstica o laboral consideras “por debajo de tu nivel”?
- El Cambio de Marco: ¿Puedes ver esa tarea no como una molestia, sino como una práctica de atención y humildad?
- La Práctica de Hoy: Elige algo sucio o desordenado (el baño, el coche, los archivos del ordenador) y límpialo con la dedicación de un monje zen. Hazlo lento, hazlo bien, hazlo en silencio. Encuentra lo sagrado en la escoba.