15 Noviembre: Las Manos Vacías
15 Noviembre: Las Manos Vacías
“Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá.” — Job 1:21
Fuente: Historia Antigua / Leyenda
La Historia: El Último Deseo del Conquistador
Babilonia, 323 a.C. Alejandro Magno yace en su lecho de muerte. Tiene solo 32 años, pero ha vivido diez vidas. Ha conquistado el mundo conocido, desde Grecia hasta la India. Ha derrotado al Imperio Persa, ha cortado el Nudo Gordiano, ha fundado setenta ciudades con su nombre. Es el hombre más rico, poderoso y famoso de la historia.
Pero ahora, la fiebre le consume. Sus generales, los Diádocos, rodean la cama como buitres, esperando repartirse el imperio. Alejandro sabe que el final ha llegado. Todo su oro, todos sus ejércitos, todas sus provincias no pueden comprarle ni un minuto más de aliento.
Según la leyenda, Alejandro convoca a sus generales y les da tres instrucciones precisas para su funeral:
- “Que mi ataúd sea transportado a hombros por los mejores médicos de la época”.
- “Que los tesoros que he conquistado (plata, oro, piedras preciosas) sean esparcidos por el camino hasta mi tumba”.
- “Que mis manos queden fuera del ataúd, colgando a la vista de todos”.
Los generales, confundidos, le preguntan el porqué de tan extraños deseos. Alejandro, con su último aliento, explica:
- “Quiero que los médicos carguen mi ataúd para demostrar que no tienen poder ante la muerte. Que todo el mundo vea que ni la mejor ciencia puede salvar a un hombre cuando llega su hora”.
- “Quiero que el suelo esté cubierto de mis tesoros para que todos vean que los bienes materiales que conquistamos aquí, se quedan aquí. No me llevo nada”.
- “Quiero que mis manos cuelguen fuera para que la gente vea que vinimos con las manos vacías y nos vamos con las manos vacías”.
Alejandro, el hombre que lo tuvo todo, murió entendiendo que no tenía nada. Fue dueño del mundo, pero no dueño de su propio destino.
La Lección:
Pasamos la vida acumulando. Acumulamos dinero, propiedades, títulos, seguidores, ropa, recuerdos. El ego nos dice que “somos” lo que “tenemos”. “Soy el dueño de esta casa”. “Soy el CEO de esta empresa”.
La muerte revela la falacia de la propiedad. No eres dueño de nada. Eres un administrador temporal. Tu casa no es tuya; es un montón de ladrillos que te sobrevivirán y acogerán a otros. Tu dinero no es tuyo; es energía almacenada que pasará a otras manos. Tu cuerpo no es tuyo; es materia prestada de la tierra que tendrás que devolver (con intereses, en forma de descomposición).
El desapego no significa no tener cosas. Significa que las cosas no te tengan a ti. El guerrero disfruta de sus posesiones, las cuida y las usa, pero está listo para soltarlas en cualquier segundo sin dolor. Como un viajero que usa una habitación de hotel: disfruta de la cama y las vistas, pero no llora cuando tiene que hacer el check-out, porque sabe que nunca fue suya.
Reflexión Final:
- El Inventario: Mira a tu alrededor. Mira tus objetos más preciados. Di en voz alta: “Esto no es mío. Solo es mi turno de usarlo”.
- El Puño Cerrado: ¿A qué te estás aferrando con tanta fuerza que te haces daño en los nudillos? (Una herencia, un estatus, una relación muerta).
- La Práctica de Hoy: Practica el soltar. Regala algo que te guste (no algo que te sobre, algo que te guste) a alguien que lo necesite. Siente la resistencia inicial del ego y luego la ligereza de la mano abierta.