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Miguel Ángel Ballesteros

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22 Noviembre: La Cicuta

22 Noviembre: La Cicuta

“Pero ya es hora de marchar: yo a morir, y vosotros a vivir. Quién de nosotros va a una mejor suerte, es algo oculto para todos, excepto para Dios.”Sócrates, Apología

Fuente: Filosofía Griega / Platón

La Historia: La Fiesta de Despedida

Atenas, 399 a.C. En una celda de prisión, el sol se está poniendo. Es el último día de Sócrates. Ha sido condenado a beber la cicuta.

Sus amigos y discípulos están allí, llorando desconsolados. Critón, Apolodoro, Fedón… hombres fuertes, deshechos por la pena. La escena es paradójica: los que van a seguir viviendo están aterrorizados y tristes. El que va a morir está tranquilo, alegre e incluso bromeando.

Sócrates pasa sus últimas horas no lamentándose, ni maldiciendo a sus jueces, ni suplicando perdón. Pasa el tiempo consolando a sus verdugos. Se frota la pierna donde le han quitado los grilletes y reflexiona sobre el placer y el dolor. Discute sobre la inmortalidad del alma. Les regaña suavemente por llorar: “¿Para qué he mandado fuera a las mujeres si vosotros os ponéis a hacer lo mismo? He oído decir que hay que morir en silencio religioso”.

Cuando llega el verdugo con la copa de veneno, Sócrates no duda. No le tiembla la mano. Pregunta si puede hacer una libación a los dioses, y luego bebe el veneno “con toda la calma y facilidad del mundo”.

Sigue caminando hasta que se le duermen las piernas, se tumba y espera el final. Sus últimas palabras no son profundas ni trágicas. Se levanta el velo y dice: “Critón, le debemos un gallo a Asclepio. Págaselo y no lo descuides”. Asclepio era el dios de la medicina. Se le ofrecía un gallo cuando uno se curaba de una enfermedad. Sócrates estaba diciendo que la muerte era la cura final, la liberación del alma de la prisión del cuerpo.

La Lección:

Sócrates nos enseñó cómo morir. Nos enseñó que la muerte no es algo que nos “pasa” (como un accidente), sino algo que “hacemos”. Es el último acto de la vida, y como tal, debe realizarse con excelencia (areté).

La mayoría de la gente muere pataleando, arrastrada fuera de la vida contra su voluntad. El guerrero sale por su propio pie, con dignidad.

La serenidad de Sócrates ante la muerte fue la prueba final de su filosofía. Si hubiera temblado, toda su vida de enseñanzas habría sido mentira. Su muerte validó su vida.

No sabemos cómo moriremos. Puede ser violento, puede ser lento, puede ser en sueños. No controlamos el “qué”. Pero controlamos el “cómo”. Controlamos nuestra actitud. Podemos morir con miedo y resentimiento, o podemos morir con gratitud y coraje, consolando a los que se quedan, como un anfitrión que se retira de la fiesta antes que los invitados.

Reflexión Final:

  1. El Miedo Contagioso: ¿Has visto a alguien afrontar una situación difícil (no necesariamente la muerte) con tanta calma que calmó a todos los demás? Eso es liderazgo.
  2. La Deuda: ¿Tienes algún “gallo que pagar a Asclepio”? ¿Alguna promesa pendiente, alguna deuda pequeña que te gustaría saldar para irte con las cuentas a cero?
  3. La Práctica de Hoy: Cierra un ciclo hoy. Termina algo que llevas arrastrando. Paga una deuda. Devuelve un libro. Experimenta la pequeña muerte de “terminar” y la paz que deja.