07 Diciembre: Silencio
07 Diciembre: Silencio
“Para que el agua refleje el cielo, debe estar quieta.” — Proverbio Zen
Día del Vacío Fértil.
Esta semana hemos hablado de vaciar la taza, de viajar ligero y de restar lo superfluo. Hoy vamos a hacerlo literalmente. No es una metáfora intelectual. Es una práctica física de limpieza neuronal. Tu cerebro necesita espacio para funcionar. Si está lleno de muebles viejos, no puedes bailar.
La Práctica de Hoy:
El Museo Vacío.
- Busca un lugar donde puedas estar solo 10 minutos. Siéntate cómodamente. Cierra los ojos.
- Imagina que tu mente es un edificio. Un museo grande y antiguo con techos altos.
- Ahora mismo, el museo está abarrotado. Es un caos.
- Hay cuadros feos en las paredes (recuerdos dolorosos).
- Hay estatuas bloqueando los pasillos (preocupaciones futuras).
- Hay miles de turistas gritando y sacando fotos (pensamientos aleatorios, canciones pegadizas, listas de tareas).
- El suelo está sucio. El aire está viciado.
- Tú eres el Vigilante Nocturno. Y ha llegado la hora de cerrar.
- Primero, saca a la gente. Con amabilidad pero con firmeza, diles: “El museo cierra. Por favor, salgan”. Observa cómo los pensamientos ruidosos salen por la puerta principal. Uno a uno. El griterío disminuye.
- Ahora, empieza a descolgar los cuadros. Descuelga el cuadro de “La Discusión de Ayer”. Pesa mucho. Sácalo fuera, al almacén. Descuelga el cuadro de “El Miedo al Lunes”. Sácalo.
- Saca los muebles. Las sillas, las mesas, las estatuas. Deja las salas totalmente diáfanas.
- Ahora mira el museo vacío. Paredes blancas inmaculadas. Suelo de madera brillante que huele a cera y limón. Silencio absoluto. Si das un paso, tus pasos resuenan con eco. La luz de la luna entra por los ventanales altos.
- Quédate ahí, en el centro de la sala principal vacía. No tienes que hacer nada. Solo vigilar que no entre nadie. Disfruta del espacio. Ese espacio eres tú. Todo lo demás era decoración.
- Mantén el museo vacío durante unos minutos. Si entra un pensamiento (un turista despistado que se ha colado), no te enfades. Acompáñalo a la salida. “Lo siento, estamos cerrados”. Y cierra la puerta.