Miguel Ángel Ballesteros bio photo

Miguel Ángel Ballesteros

Maker, using software to bring great ideas to life. Manager, empowering and developing people to achieve meaningful goals. Father, devoted to family. Lifelong learner, with a passion for generative AI.

Email LinkedIn Github
RSS Feed

23 Diciembre: El Servicio

23 Diciembre: El Servicio

“No sé cuál será vuestro destino, pero una cosa sí sé: los únicos de entre vosotros que serán realmente felices son los que hayan buscado y encontrado cómo servir.”Albert Schweitzer

Fuente/Tradición: Humanismo / Ética del Guerrero

La Historia: El Órgano y la Selva

Europa, 1905. Albert Schweitzer es un hombre que, a los 30 años, ya ha conseguido lo que la mayoría no consigue en diez vidas. Es un músico prodigioso, considerado el mejor intérprete de órgano de Bach del mundo. Sus conciertos llenan catedrales en París y Berlín. Es un teólogo respetado, autor de libros revolucionarios sobre el Jesús histórico que se estudian en todas las universidades. Es un filósofo brillante con un doctorado. Tiene fama, dinero, comodidad, prestigio intelectual y el respeto de la alta sociedad europea. Podría haber vivido el resto de sus días dando conferencias, tocando música sublime y siendo aplaudido.

Y entonces, hace lo impensable. Renuncia a todo. Decide estudiar medicina desde cero. Pasa años sentado en las aulas con estudiantes diez años más jóvenes que él, memorizando anatomía y química, soportando las burlas de sus antiguos colegas académicos que creen que se ha vuelto loco. Cuando se gradúa, coge sus ahorros y se va a Lambaréné, en el corazón de la selva de Gabón (África Ecuatorial). Allí no hay auditorios de mármol, ni órganos de tubos, ni cenas de gala. Hay un calor sofocante que derrite la voluntad. Hay nubes de mosquitos que transmiten la malaria. Hay lepra. Hay disentería. Hay enfermedad del sueño. Schweitzer construye un hospital con sus propias manos, usando madera y chapa ondulada. Trata a miles de pacientes que nunca podrán pagarle, curando úlceras tropicales y operando hernias bajo la luz de una lámpara de queroseno. Por las noches, cuando el hospital duerme, toca su piano (un piano especial con pedales de órgano que se llevó a la selva) solo para los monos, los insectos y las estrellas.

Sus amigos le escribían: “Albert, estás desperdiciando tu genio. Podrías influir en millones desde Europa con tus libros. Estás enterrando tu talento en el barro”. Él respondía con una frase lapidaria: “Mi vida es mi argumento”.

Schweitzer entendió una verdad fundamental que a menudo se nos escapa en la búsqueda obsesiva del “éxito”: La fuerza no es para acumularla. La fuerza es para darla. Si eres fuerte solo para ti mismo, eres un callejón sin salida evolutivo. La energía entra en ti, se estanca y se pudre. Te vuelves un narcisista amargado. Si eres fuerte para servir a otros, te conviertes en un canal. La energía fluye a través de ti y se multiplica.

Schweitzer ganó el Premio Nobel de la Paz en 1952. Pero eso no le importaba. Lo que le importaba era la mirada de alivio en un paciente curado que ya no sentía dolor.

La Lección:

El Guerrero Joven busca poder. Quiere ser el más fuerte, el más rico, el más respetado, el más temido. Es una fase necesaria. Tienes que construir tu Ego antes de poder trascenderlo. Tienes que llenar la copa antes de poder vaciarla. Pero si te quedas ahí, te conviertes en un niño gigante.

El Guerrero Maduro busca servicio. Usa su fuerza acumulada para proteger a los débiles, para construir comunidades, para sanar, para enseñar. Es la fase final. La trascendencia del Ego.

Pregúntate: ¿Para qué estás entrenando?

  • Nivel 1 (Supervivencia/Vanidad): ¿Para tener abdominales y que te miren en la playa? ¿Para comprar un coche caro?
  • Nivel 2 (Tribu): ¿Para tener energía y construir un negocio que dé seguridad a tu familia?
  • Nivel 3 (Misión): ¿Para tener la capacidad de cambiar el mundo, aliviar el sufrimiento y dejar un legado?

La verdadera felicidad, la que es indestructible porque no depende de los aplausos externos, solo se encuentra en el Nivel 3. Servir no es ser un esclavo. Es el acto de soberanía definitivo. Solo quien es dueño de sí mismo puede darse a los demás. El esclavo da porque le obligan. El guerrero da porque le sobra.

Reflexión Final:

  1. El Motivo: Revisa tus objetivos para el año que viene. ¿Qué porcentaje son “para mí” y qué porcentaje son “para otros”?
  2. El Pequeño Gesto: No hace falta irse a África ni construir un hospital. ¿Quién necesita tu fuerza hoy, aquí y ahora? ¿Tu pareja cansada? ¿Tu compañero de trabajo estresado? ¿Tu vecino anciano?
  3. La Práctica de Hoy: Haz un acto de servicio invisible. Arregla algo que esté roto en la oficina sin decírselo a nadie. Recoge basura de la calle. Ayuda a alguien anónimamente. No busques el “gracias”. Siente el poder secreto y silencioso de dar sin pedir nada a cambio.